La islandesa lanzó un disco después de cinco años y lo presentará en Argentina, en el marco del primer Primavera Sound que tendrá la ciudad porteña.

Por Emiliano Attadia

Más de 360 mil habitantes, uno de los mejores sistemas educativos, la participación de la selección de fútbol masculino en el Mundial de Rusia de 2018. Todo eso puede caracterizar a Islandia, salvo que falta un detalle importante: la artista Björk Guðmundsdóttir, mejor conocida simplemente como Björk.

Catalogarla sólo como cantante, es dejar de lado su costado ecologista, su faceta actoral y el legado de su familia. El apoyo de la misma, hizo que con tan sólo 11 años, Björk saque su primer álbum, y hoy, a los 56 años, sigue componiendo y de gira por el mundo. 

De manera oficial, la carrera de la multi instrumentista comenzó con el disco Debut (1993). Pero en la adolescencia ya había empezado a cautivar al público con su voz, sobre todo cuando interpretaba el cover de The Beatles, “The Fool On The Hill”. 

Los años 80’s llevaron a Björk a integrar las bandas KUKL y la posterior The Sugarcubes, que se acercaban al post punk característico de la década, y le permitieron descubrir nuevos estilos que la iban a marcar en los años posteriores.

Con el tiempo, la soprano nacida en Reikiavik cosechó un sin fin de éxitos, en donde se destacan la música experimental, el pop y la electrónica. Esta última la ayudó a conjugar lo mejor de los dos mundos: lo instrumental y lo digital, para hacer de ella una artista de vanguardia. Esa concepción hacia lo “nuevo” no le impidió conseguir hits como “It's Oh So Quiet” (1995), versión de la canción de la estadounidense Betty Hutton.

Björk lanzó nueve álbumes en solitario (si no contamos su etapa juvenil) hasta el reciente Fossora. Para entender un poco esta última obra tenemos que ir a la anterior: Utopia (2017), producida por ella misma y la venezolana Alejandra Ghersi Rodríguez, conocida bajo el nombre de Arca. 

Por un lado, el LP (más allá de que bordea distintos estilos musicales) tiene una clara influencia en la folktrónica. El mismo no está aislado a los temas sociales que preocupan constantemente a la actriz de “The Juniper Tree” (1990), como la política y el medio ambiente. Sin embargo, lo definió a la revista Dazed como “un disco de Tinder”, en referencia a la búsqueda utópica del amor. 

Por otro lado, Fossora es una lectura oscura sobre el aislamiento, producto de la pandemia del COVID-19, pero también de la pérdida. La madre de Björk, Hildur Rúna Hauksdóttir, falleció en el 2018 y le dedicó los temas “Sorrowful Soil” y “Ancestress”. Además, totalmente inmersa en cuestiones de la naturaleza, la palabra adecuada para definir este lanzamiento es “hongos”. 

“Este álbum lo grabé en un período de cinco años, por eso las canciones se parecen a los hongos, en el sentido que son muy diferentes entre sí, y también me refiero a que es como mi aterrizaje después de estar en las nubes durante Utopia. En términos emocionales, cuando lo describo como un ‘disco hongo’, significa que pude conectar con la tierra y estar más tranquila”, expresó la también escritora para una entrevista con la revista Rolling Stone Argentina.

Björk convocó a sus hijos para dar su aporte a Fossora. Sindri Eldon Þórsson, de 36 años, hizo una suerte de dueto con su madre en el nombrado tema de más de 7 minutos “Ancestress”. Ísadóra Bjarkardóttir Barney, de 20 años, estuvo en la desoladora “Her Mother's House”, última canción de la lista.  

Contrario a la oscuridad que se sumerge uno al escuchar todos los temas, las primeras dos tienen una conexión con los géneros latinoamericanos, sobre todo el reguetón. “Atopos”, cuenta con la colaboración de Kasimyn (y un videoclip dirigido por Vidar Logi) y “Ovule”, donde la melodía se entremezcla con el timbal y el trombón (con un video a cargo de Nick Knight -que ya participó anteriormente con la productora- donde resaltan los colores rojo y negro).

“Al comienzo del proceso pasé mucho tiempo en Barcelona oyendo a Arca, Rosalía y El Guincho. Tal vez sí me haya influenciado o algo así, no estoy segura, pero no fue algo intencional. Y si le estaba poniendo cuidado a algún ritmo, en su mayoría era del este de África, como tecno de Uganda y cosas así, afrobeat”, contó Björk en Rolling Stone, en referencia a estas dos canciones. 

Lo experimental resurge con “Mycelia” y con la sonoridad generada por los instrumentos clásicos y lo plasmado por la electrónica de “Victimhood”. Posteriormente, hace su paso triunfal “Allow”, con un ritmo más pausado, junto a la cantante noruega Emilie Nicolas.

Para llevarlo a un extremo totalmente ajeno a lo convencional, aparece “Fungal City”, en colaboración con Josiah Wise, conocido profesionalmente como serpentwithfeet, que ya había realizado una versión remix del tema “Blissing Me”, del álbum anterior.

Casi al final de esta obra, Kasimyn regresa con el sombrío instrumental “Trölla-Gabba” y la canción homónima del LP. “Freefall” completa Fossora y los 54 minutos de duración, dejando la vara muy alta para las presentaciones de la compositora en vivo, incluida la de Argentina.

 En su tour “Björk Orkestral”, decidió bajar por un rato a América Sur, en el marco del Primavera Sound. Este festival es la primera vez que se hace en el continente. Empezará por la ciudad de São Paulo, Brasil, el 5 de noviembre, seguirá por Buenos Aires el 9 y cerrará el 13 en Santiago de Chile. 

La artista visitó Argentina en otras cuatro oportunidades. En 1998 se presentó en el Estadio Luna Park y en el Teatro Ópera, en el 2007 hizo lo suyo en el Gran Rex, en el 2012 brindó cuatro shows en el Centro Municipal de Exposiciones y en el 2019 en Uniclub. 

Björk forma parte de un concepto. Una idea que trasciende generaciones, géneros y países. Con lo cual, es difícil de encasillarla a en los límites imaginarios del pop, donde continúa haciendo historia. 

Podés sacar tus entradas para ver a Björk por este medio: